lunes, 16 de marzo de 2020

Ilustración siglo XVIII

Fuente: google imagenes

La ilustración 

El siglo XVIII fue un siglo de grandes cambios tanto en Europa como en América. Durante este periodo la economía, la sociedad y los sistemas políticos variaron grandemente. Mientras la revolución industrial transformaba los estados y la producción con nuevas máquinas y fuentes de energía, un grupo de pensadores difundía ideas igualmente revolucionarias respecto a la organización de la sociedad y del gobierno. Contrariamente a lo que muchos pensaban en la época, algunos escritores, intelectuales y filósofos comenzaron a cuestionar el orden existente, afirmando que todos los hombres eran libres e iguales desde su nacimiento, por lo cual el poder no podía recaer en una sola persona ni ser incuestionable por la población, estos intelectuales se oponían al poder absoluto de los reyes y pedían Constituciones que limitaran su autoridad. 

Ser libre significaba pensar y opinar con la cabeza propia, es decir por ellos mismos, aunque su pensamiento no se coincidiera con la palabra de la Iglesia o del rey, cada individuo por lo tanto tenía la libertad de opinar y cuestionar su entorno utilizando para ello la mejor herramienta “la razón”, mediante esta se podía conocer y trasformar la realidad así como también construir una sociedad mejor y más equilibrada. 

Este grupo de pensadores promovió el movimiento llamado Ilustración, que guiado por la «luz de la razón» cuestionó la sociedad establecida. Por esto, al siglo XVIII se lo llamó el Siglo de las Luces. 

Las idead de este nuevo movimiento intelectual desarrollado en Europa específicamente en Francia, difundió sus ideas al resto del mundo e influyó directamente en las dos grandes revoluciones que dieron origen a los tiempos modernos: la revolución de las colonias inglesas de América de norte y la revolución francesa, tanto las ideas como las revoluciones tuvieron incidencia en la independencia de las colonias hispanoamericanas. 

Algunas de las características propias de la ilustración, además de la confianza en la razón y el espíritu crítico, eran la apelación a la libertad de pensamiento y de religión; la concepción de la historia como progreso, la creencia en la existencia de leyes universales (se les llamaba leyes naturales), que rigen tanto los fenómenos naturales, como los sociales; el optimismo, expresado en la fe en la capacidad humana para perfeccionarse; el cuestionamiento de los privilegios sociales y económicos; y la preocupación por la educación.